martes, 6 de octubre de 2020

Nos entusiasma determinada idea y casi de inmediato nos proponemos a llevarla a cabo, muchas veces sin estar bien pensada, y no sabemos si esa idea está en función de lo que realmente nos gusta, de nuestros talentos o es una idea que se ve factible de ejecutar independientemente de lo que sea.

Aunque lo ideal es emprender ideas que estén en función de nuestros talentos y de nuestros gustos, muchas veces hacemos cosas que no tenemos nada que ver con nuestras potencialidades, pues la idea como tal nos entusiasma y ponemos manos a la obra por sacarla adelante.

Lo mismo sucede en el ámbito laboral, muchas personas trabajan en áreas que no se identifican con ellas, pero como sucede en la vida, las personas aceptan esos cargos por necesidad.

Independientemente de lo que sea que emprendamos, en las primera de cambio le prestamos toda la atención y buscamos la manera de ejecutarla, ponemos todo nuestro empeño y casi estamos seguros de llevar la idea a la realidad. 

Sin embargo, cuando empiezan a aparecer los primeros obstáculos, las primeras dificultades, empezamos a mirar de reojo lo que veniamos haciendo con tal vehemencia, o en muchos de los casos nos distraemos y vamos abandonando poco a poco lo que veniamos haciendo.

Cuando perdemos el foco en lo que hacemos, con seguridad viene la distracción y hace que nos olvidemos temporalemente o definitivamente de esa gran idea que nos entusiasmaba. 

Por eso se dice que no debemos emprender ideas o cosas por emoción, muchas veces somos influenciados por los demás para llevar a cabo ideas que no nos identificamos con ellas y no están dentro de nuestro ambito de acción. Lo que es una buena idea para una persona, no es necesariamente una buena idea para la otra, cada quién debe hacer lo que realmente le gusta hacer y así las probabilidadades de abandonar o de distracción son bajas.

No es lo mismo emprender una idea dentro del marco de nuestras potencialidades o de nuestros talentos, que emprender una idea impuesta o influenciada por otras personas, debemos evitar tal situación, pues si decidimos hacer algo que nos dicen los demás, con toda seguridad la abandonaremos o no tendremos la pasión para realizarla.

Desarrolle una idea que sea de su agrado, que vaya en función de sus talentos, que usted realmente la pueda llevar a cabo, a pesar de que se le van a presentar obstáculos o dificultades. En este sentido, el peligro de no llevar a la realidad la idea, es cuando se presenta la distracción y se desenfoca de lo que venía haciendo.

Al emprender algo no debemos distraernos, todos los días debemos hacer algo por llevar la idea a la realidad. Las tareas o actividades diarias deben estar planificadas, de lo contrario le puede llegar el desenfoque y por ende la distracción.

En todo emprendimiento se van a presentar obstáculos, y se tiene que pasar por un proceso de aprendizaje que la pèrsona no se esperaba. Durante el camino del emprendimiento se dará cuenta, de quién realmente lo apoya y quién no, que debe hacer y que no debe hacer, tiene que regirse por un plan de sabiduría y conocimiento el cual solamente lo da DIOS, pues aunque no quiera pedirle a nadie nada, a DIOS si se lo va a pedir, que lo guíe, lo ayude y le de sabiduría.

No caiga en las vanidades del hombre, de creerse todo un superdotado a la hora de emprender, pues sin querer queriendo, las ideas para llevarlas a la realidad, en su mayoría requiere de la ayuda de otras personas, y ahí está el meollo del asunto, ¿De cuáles personas se va a rodear? ¿A quién se le va a pedir ayuda? y aquí es donde entra DIOS, pues la ayuda de DIOS es la que no falla, pero si le pide ayuda a DIOS, hágalo de corazón y no por emoción.

El peligro de la distracción, es dejar de crecer y prosperar en lo personal, familiar y profesional por dejarse influenciar por los demás, de caer en las tentaciones de la carne y olvidarnos de Dios una vez que le hemos pedido que nos ayude y nos guíe. 


 


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