jueves, 4 de enero de 2018


Las mayorías de las personas quieren cambiar. Salir de la situación en la que se encuentran. Tener una mejor calidad de vida, sin embargo, sólo lo piensan; no se atreven a salir de la comodidad mental en la que se encuentran, porque de solo pensar en mejorar su calidad de vida, implica hacer muchas cosas diferentes a las que han venido haciendo cotidianamente.
Elevar nuestra calidad de vida y luchar por lograr algo en nuestras vidas, bien sea mejores ingresos o libertad financiera, requiere de compromiso y abrir la mente a los nuevos cambios y metas que se deben planificar y cumplir para lograr dichos cambios. No basta decir las cosas por decirlas. No basta decir, quiero cambiar; cuando no sientas un compromiso verdadero, un propósito real contigo mismo.
Salir de la zona de la comodidad mental, es decir; de lo que haces actualmente pero que no te sientes satisfecho, requiere de una revisión interna. De un dialogo interno contigo, en donde te evalúes con sinceridad y honestidad sobre tú situación. ¿Qué deseas cambiar? ¿Tú situación económica? ¿Tienes bajos ingresos? ¿La casa dónde vives, te mereces una mejor? ¿Mudarte a un mejor lugar? ¿Mejor educación para tus hijos? Todo esto y más se pueden lograr, siempre y cuando te salgas de tú zona de comodidad mental donde te encuentras.
La gente piensa y le gusta la prosperidad pero no lucha por alcanzarla. La mayoría de las personas caen en un conformismo y en una costumbre, que hacen de su vida una rutina diaria, de la cual es difícil desprenderse, transformado dicha rutina en un hábito de vida.
Albert Einstein señala: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y países, porque la crisis trae progreso. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en las crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera las crisis, se supera así mismo sin quedar superado. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”

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