Los
psicólogos dicen que las decisiones bien sean personales o de negocio no deben
tomarse desde el punto de vista emocional. Estar emocionado significa estar
acelerado mentalmente a tomar las decisiones sin pensarlo detenidamente.
Muchas
personas toman decisiones personales emocionadas, especialmente en el amor, en
el convivir con otra persona y no les ha ido bien. Se emocionan sentimentalmente
y todo lo ven color de rosa, sin analizarse mutuamente el tal para el cual.
La
mayoría de estas decisiones terminan en un fracaso. Lo mismo sucede con los
negocios o emprender por emoción. Las emociones no te dan seguridad de lo que
haces, no sabes si el negocio es bueno o malo, la mente emocionada te dice que
es bueno, pero a ciencia cierta no sabes si invertir o crear cierto negocio es
realmente una buena inversión.
Las
buenas decisiones salen del alma y del estudio pormenorizado de determinada situación.
Tomar decisiones en el campo del amor como de los negocios sin emocionarse, es
la mejor decisión que puede hacer una persona. Tanto en el amor como en los
negocios se deben estudiar y analizar para ver si es conveniente o no realizar
determinado hecho.
Realizar
determinada inversión sin estudiar o investigar el mercado, determinar si es
rentable o no, analizar a la competencia, y dejar dicha inversión a la mente
emocionada, es como inscribirse en un maratón sin ser maratonista. Lo mas
seguro es que se desvíe para la casa a descansar o termine el maratón en una
ambulancia.
Las
emociones te ayudan a empujar esas decisiones difíciles, pero no lo dejes todo
en manos de ella, porque luego vendrán las lamentaciones y cargos de
conciencia, por no haber estudiado e investigado racionalmente lo que nos proponíamos
realizar.
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